Espera

Despierto eufórico, como muy pocas veces. Sin sueño, entero. Con los ojos bien abiertos, distinguiendo la disposición de las cosas en mi cuarto, sin la luz encendida. Con la ventana abierta, dejando entrar lo fresco del clima que reina afuera. No ha sonado el despertador y me da tiempo de limpiar los zapatos, preparar la ropa, tender la cama.

Sigo con ese rush de algo parecido a la adrenalina, como cuando te asomas por un precipicio y te alegras de no estar cayendo en ese preciso momento, con una sonrisa en la boca. Es raro.

A punto de meterme a bañar, con los ojos adormilados de Kylie viéndome, me doy cuenta de la oscuridad del ambiente. Salgo al patio para buscar la alborada. En cambio, las estrellas todavía envuelven el manto nocturno. Ni rastro del rey. Entro a la recámara, dos toques al teléfono y en números grandes y finos, me dice: 03:12 am.

Siempre es cuestión de timing.

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