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De niño, no comprendí (tampoco me lo pregunté) el porqué el genio de la lámpara estaba precisamente ahí, en cautiverio. La casualidad de quien se lo encontraba y gozaba de sus deseos era lo que me importaba.
Esa necesidad de poseer al genio, contenerlo, llevarlo, someterlo... ahora lo comprendo.
Esa necesidad de poseer al genio, contenerlo, llevarlo, someterlo... ahora lo comprendo.
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