26

Por los ojos comenzó todo, con una especie de magnetismo que aceleraba el circuito que alimenta con gases esta escafandra. Las válvulas se sobrecalientan, las esferas ya no impiden el paso totalmente cuando lo requiere el mecanismo. Goteras por todos lados. Desvía un poco ese antes mítico haz de corpúsculos luminosos, y la presión baja. Sus apéndices, como los escorpiones que a pesar de ser orgánicos, poseen zinc en sus ponzoñas, así también hace sonar por donde se desplaza, un sonido duro, firme, metálico y pesado. Tun, tun, tun, tun, y sincroniza la máquina con esa frecuencia. La máquina se aturde, no responde como debiera, se ralentiza. Cuando es evidente que ya no está cerca, no se puede descansar, pareciera que está al acecho, y en el puente de la máquina todo está en estado de alerta, la sensación de indefensión es insoportable, pero la máquina fue diseñada para esta situación. No puede desarmarse simplemente, así como así. Me asomo hacia un lado, hacia el otro, y no veo nada. Sigo buscando. Buscando esa presión, esa sincronía.

Comentarios

Entradas populares