bOca

Cuando me daba por meditar, nunca dejé de escuchar grillos (siempre los escucho cuando estoy en silencio) o pensaba en otras cosas y me frustraba; mi objetivo era no pensar en nada, solo ser consiente de respirar.

Hasta que probé tu boca.

No pude pensar en nada más que en esos labios, su textura, su sabor, su temperatura y asomó tu lengua y ¡bum!

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