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Tengo unas ganas enormes
de hundirme en tus cabellos.

Me encanta cómo te forman un halo,
tu cara nimbada por ese precioso cabello oscuro.

Lo haces a un lado y forma unas olas preciosas
que ni Hokusai podría pintarlas,
desparramadas en tu hombro izquierdo,
terminando en una curva
que se me antoja un enorme anzuelo,
donde con gusto quedaría enganchado,
boqueando,
cerca del tope que forma tu clavícula.

El deseo que tengo
de introducir mis dedos
entre tus cabellos no lo puedo evitar.

Te veo mientras te mueves
y esas olas hechizadas me dan vértigo,
quisiera naufragar en ellas,
beberte toda,
enredarme en tus sinuosos trazos de tinta china.

Y morir ahí, en el palangre.

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