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Si no fuera por el led azul de las bocinas externas de la computadora, que tengo siempre conectadas, mi cuarto estaría en la oscuridad absoluta. Cierto tono de azul me aturde la mirada. A veces al subir a los camiones por la tarde-noche, si traen sus "modernas" luces azules, parpadeo como idiota, porque no puedo enfocar la fuente de la luz, además de que no es suficiente la iluminación y mi recorrido lo realizo maldiciendo.
Otro de mis sentidos también tiene un defecto. Inmerso en la oscuridad total, los sonidos se amplifican y escucho siempre grillos en mi cabeza. No es silencio, son grillos. Una frecuencia estereofónica molesta que tengo desde que pesqué una infección de oído hace más de 20 años (o al menos con eso lo explico). También durante la secundaria escuchaba música demasiado alta, hasta que casi doliera. Encerrado en el Cavalier de mi mamá, con la cinta de música en turno, evadiendo los problemas de mi familia. Así que ahora debo ignorar a los millares de patas frotándose en mis tímpanos, haciendo de mi cabeza una jaula de bambú en el imperio Chino.
Descartes se quedó corto. Mis sentidos no me engañan, me trolean.

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