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Quien olvida su historia está condenado a repetirla, decía Santayana. En estos tiempos electorales no importa que tengamos el recuerdo fresco de la podredumbre de los candidatos, de los partidos, de nuestros vecinos. Al final, terminamos validando lo que no queremos, porque no hay más.
Bueno, pero no iba por ahí mi dizque post. Mi idea iba más a que lo que hago es a veces, lo que no me gustaba de otra persona. Como la canción de Delgadillo donde dice 
"Que ha encontrado un sitio en donde renegaba,
convirtiéndose al final 
en lo que tanto protestó"
De niño, todavía me tocó ver algunos programas en la televisión de mi abuela, en una consola enorme de madera protegida por mantelitos tejidos en los ratos de ocio de alguna viejita (posiblemente mi propia abuela), con sus bocinas ocultas por tela bordada y sus patitas cónicas, oblícuas, calzando latón. 
En ocasiones, la señal bailaba, multiplicaba a los actores, hacía que les lloviera, o los convertía en ectoplasma, en soldados de nieve, o los subía o bajaba en una serie interminable de secuencias de elevador, y no había otro remedio más que soltarle unos golpecitos encima del cinescopio, castigando con golpes los defectos de sincronía del pobre bulbo. A veces eso bastaba, a veces no, y era necesario ir subiendo la intensidad de los golpes, haciendo bailar a veces las figuritas de lladró que coronaban la consola.
Pues yo lo recuerdo, recuerdo la historia y sin embargo la repito.
No importa que esté en un mundo digitalmente diferente, mi computadora tiene una falla en el convertidor de la pantalla de LCD y de vez en cuándo, me parpadea como cíclope coqueto, y dos tercios de la pantalla se ponen como esos cuadros del arte pop con puntos rojos o de plano, un código de barras inintelegible para mis ojos. Como sé que es un falso (o no coincide bien el peine que conecta el bus de la imagen con la computadora, o el cable está mordido por la rótula de la pantalla...) hago uso de los golpecitos, de las presiones del marco, y cuando se ve bien la imagen, suelto el marco solo para enojarme un poco más, al ver cómo el glitch regresa y queda peor de como estaba. A veces cierro de golpe la computadora, pues la falla que tiene algo de huichol (esos patrones a veces se ven armónicos) se niega a corregirse, sólo cambia de orden (y mi decepción también).
Soy ese golpeador de consolas, tratando de ver el programa de los iconos de Lladró.

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